miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿Cómo separar las buenas de las malas ideas para nuevos productos?

Suponga que su problema no es hallar ideas para nuevos productos, sino más bien saber cómo escoger entre tantas ideas que se le presentan, ¿Qué hacer? Es un hecho que usted no puede iniciar el desarrollo de todas, al menos tendrá que intentar priorizar con cuáles empezar. Y por supuesto en todos los casos, identificar las más prometedoras. ¿Qué hace de una idea prometedora? La respuesta fácil (pero al mismo tiempo inútil) es que si en verdad es una gran idea para un gran producto deberá ofrecer un gran potencial de ingresos. Error craso. No hay forma seria de juzgar tal potencial en tan temprana fase del proceso de desarrollo de un nuevo producto. La otra respuesta, un poco más difícil de digerir, es que un buen tamizado de ideas exige un buen nivel de intimidad con los comportamientos de sus clientes, lo que a su vez supone una actitud (o cultura), actitud en el individuo (cultura en la organización), de que solo el cliente definirá lo que es un trabajo bien hecho. En concreto: la empresa que ha aprendido a separar la paja del grano es aquella que ha aprendido a valorar lo que sus clientes valoran. Nótese como el énfasis está en la variable tiempo. Para el aprendizaje y la cultura no hay atajos. Tres corolarios para la práctica diaria.

UNA IDEA ES SOLO UNA IDEA. Hay tanto trecho entre las ideas para un nuevo producto y los reales nuevos ingresos que eventualmente pagaran las facturas y aportarán a la utilidad que lo prudente siempre es guardar el sentido de las proporciones. Las aparentemente mejores ideas pueden derivar en un chasco, y hasta las más modestas a veces terminan sumando así sea modestamente. Desde que exista valor en ellas sus clientes, de una forma u otra, se lo agradecerán.

DOS IDEAS SUELEN SER MEJOR QUE UNA. Permita que diferentes mentes de la organización con diferentes trayectorias y diferentes sensibilidades al riesgo participen del proceso que nutre (o desecha) los planteamientos para el desarrollo de nuevos productos. Promueva igualmente que todos en la organización tengan oportunidad e incentivos para proponer y defender esos planteamientos. En un clima tal tarde que temprano se imponen los puntos de vista del cliente que son los que merecen ser explorados.

NO HAY MALA IDEA QUE POR BIEN NO VENGA. Equivóquese a menudo ahora para que empiece a acertar pronto. Limite sus pérdidas a lo que la empresa pueda soportar pero sea incesante en su búsqueda de una comprensión profunda y completa de los comportamientos de sus clientes. No hay nada que pueda reemplazar este conocimiento. Y no habrá mejor defensa que este conocimiento cuando se vea obligado a enfrentar los nuevos productos de la competencia. Sus clientes apreciarán las opciones que usted les brinde y también puede que hagan lo propio los propios clientes de la competencia.

Conecte intensamente su empresa (individuos y organización) con los clientes. Así existirá un flujo continuo de ideas para nuevos productos. Pronto no distinguirá cuáles ideas provienen de dentro y cuáles de fuera. Y luego ya no tendrá que separar las buenas de las malas. Si acaso las mejores de las excelentes.