Hace más de 20 años el extinto Peter F. Drucker, el pensador más agudo y serio de la administración de todos los tiempos, reflexionó sobre la pregunta con que damos título a esta entrada. Drucker tenía muy claro que la única verdadera tarea de todo emprendedor era la innovación; emprender es sinónimo de innovar. ¿Dónde pues debíamos buscar la inspiración que nos señalara el camino del éxito para nuestros emprendimientos?
Su respuesta categorizó las fuentes en internas y externas. Entre las primeras estaba un análisis riguroso del ÉXITO INESPERADO y del FRACASO INESPERADO (en un lanzamiento de producto por ejemplo), y entre las segundas la comprensión del fenómeno DEMOGRÁFICO y la correspondiente del de la PERCEPCIÓN (ambos fenómenos, bases indiscutibles de la demanda en todo mercado, en cualquier época y lugar). En total Drucker identificó siete fuentes para nutrir el proceso innovador...
Dejar pasar la oportunidad de averiguar porqué un producto nos ha resultado tan exitoso por ejemplo es un despropósito por varias razones:
1. Podría ser que ese éxito fuera susceptible de profundizarse y/o replicarse para extender hasta el límite máximo sus beneficios
2. Podría ser que el diamante que tenemos entre manos nos dé la clave de la búsqueda sistemática de todos los diamantes que en el tiempo requiere una organización (los imitadores llegarán tras éste y habrá que volver a innovar)
3. Podría ser que entender con profundidad el éxito alcanzado esta vez nos muestre igualmente la explicación del fracaso que deseamos a toda costa evitar
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